Volver

“Si los vieras al detenerse ante el fuego y decir: ¡Ay de nosotros si pudiéramos volver!  ¡No negaríamos los signos de nuestro Señor y seriamos creyentes!” (6:27)
Este fin de semana la enseñanza de nuestro imán nos envolvió en un torbellino de acontecimientos narrados donde los pormenores previos al día del Juicio causaban una diversidad de sentimientos y expresiones en nuestra mente. Los ahí presentes nos encaminábamos imaginariamente por aquel campo solitario y blanco para buscar la sombra del trono de Allah.
Unos nos desplazábamos de diferente manera pero otros andaban sobre sus caras. Qué escena tan surrealista y muy propia de las cosas que solo suceden en el plano de lo no terreno. Ahí donde la mente humana y material no concibe las cosas que son del espíritu por considerarlas locura.
Ahí estaban también los profetas, como uno de nosotros,  a la espera del momento crucial y ahí estaban también los que no creyeron a los mensajeros de Allah.
¡Ayudanos Nuh!, ¡Ayúdanos Ibrahim! ¡Intercede por nosotros Muhammad!
Los recuerdos de nuestra necedad y nuestro desdén al mensaje oportuno del noble Corán. Los días que hicimos el Salat entre nuestros hermanos y nuestro corazón compartía la impiedad con los que no creían.
Al llegar a mi casa caí de bruces y rostro al suelo invoqué una vez más el perdón y la misericordia de nuestro Dios.
Fue como estar presente en ese día difícil donde el sudor de nuestra maldad llegaba hasta nuestras rodillas. Luego; como un acto más de la misericordia de Allah, estaba de nuevo en mi habitación, en un retroceso temporal donde por gracia y misericordia de Él, recibía una nueva oportunidad para enmendar mi vida.
¿Acaso no reflexionan en su propia existencia [cómo Allah los ha creado]? Allah ha creado los cielos, la Tierra y lo que hay en ellos con un fin justo y verdadero, y con un plazo determinado [hasta el Día del Juicio], pero muchos de los hombres no creen que habrán de comparecer ante su Señor.
(Los Bizantinos, Corán 30:8)

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