Vanidad

Les dimos nuestros signos y los rechazaron.
Excavaban casas en las montañas sintiéndose seguros.
El grito los agarró al amanecer y de nada les sirvió lo que habían adquirido
(15:81-84)
El caso es que la historia de la humanidad registra hechos donde los pueblos cimentaron su seguridad en la opulencia de sus riquezas materiales. De ello no queda nada.
El comentarista dice que posiblemente este mensaje fue dirigido a una población en la región Siria. Todo indica que  sus habitantes se sintieron seguros en su fortaleza y descuidaron su relación con Allah.
Ahora nos preguntamos ¿Dónde quedaron los jardines colgantes de la Gran Babilonia?, ¿Dónde están ahora los bienes por lo que murieron tantos conquistadores y la gran torre de Numrud, cuyo único testimonio es la confusión de nuestra lenguas?
A Sulayman, el hijo de David, se le atribuyen las reflexiones del Eclesiastés: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”
En la naturaleza humana está arraigada la vana tarea de repetir los errores del pasado.
La belleza de la juventud, el estatus social y los bienes materiales son nuestras casas cimentadas en las montañas. Cuando a Allah le plazca tocarnos con algún mal, solo Él podrá librarnos de este y nuestra falsa seguridad solo podrá experimentar la vergüenza.
El perdón, su Palabra manifestada en el Corán y la expresión de ternura hacia los hermanos, son parte de las mejores riquezas que Allah nos invita a experimentar.  (Sura de AI-HIYR,15:85-88) .
En un mundo donde la mercadotecnia del Saytán entra por los sentidos y se arraiga en el corazón de los creyentes, hace conveniente reflexionar y pesar en balanza nuestras acciones antes de que Allah lo decida.
Las virtudes con las que ha dotado al hombre, son las verdaderas perlas que han de ser pulidas por la sabiduría del consejo divino.
Así como el barro es manipulado por el alfarero, la arrogancia del individuo debe dar paso al recuerdo de que fuimos tierra y una gota de esperma a la que Allah le otorgó la vida.
Entrad por las puertas del Yahannam donde seréis inmortales ¡Que mal lugar de estancia el de los soberbios! (16.29)
..¡Y que excelente morada la de los temerosos (de Allah)! Los jardines de ‘Adn, en los que entrarán y por cuyo  suelo corren los ríos. Allí tendrán lo que quieran; así es como paga Allah a los que le temen. (16:30-31)

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